ansias

Cuando la temporada de alergias y expocisiones, entre días de votos, saco mi sarcasmo y me nutro de nada más que carbohidratos y luego de hacer así siento que lo único que más quiero es correr arrancarme huir, pirarme de estos lugares. Pero antes de esa anodina ansia de exhaustación surge el deseo de meterme, atornillarme de cabeza en alguna concha y morder tirar algún clítoris hasta que explote de jugos satisfechos y al mismo tiempo me voy llenando de ese deseo que no me deja y no se aparta y se me arrejunta el miedo y la gana y el asco y de apoco va liberándose por sí solo o por sí mismo el antídoto a este ahogo agobio a esta exhultación de la rabia de los sentidos y de la torpeza de la relación con la realidad. Sutilmente se vuelve a la simpleza de estar sin querer salirme de la experiencia, vuelvo a la conicencia sincrónica de que lo que tengo ahora es lo mejor que puedo tener, que nadie puede hacer mi vida por mí. Talvez por esta razón me niego a tapar con antialérgicos mi situación, porque ya hago demasiado al cubrirla con imaginería y ansia de traspasar el momento presente, porque sospecho con certeza unívoca de mí como creador, de mi mente como responsable de mis causas y condiciones y confío que la única manera de romper esta cadena de mal entendidos es la observación directa y valiente del que soy, que no es ni antes ni después, que tampoco es ahora pues si te fijas bien...

Huellas en el cielo

En la temprana tarde, que era avanzado el día, nubes como velos cubrieron al sol que derretía la nieve formando un arcoíris sobre nuestras cabezas. Descendimos en cinco minutos la altura que nos tomó más de 5 horas alcanzar y caminabamos por las huelas blandas en la nieve hacia el campamento. En la cumbre la visión de los valles encajonados y de lagunas cubiertas de hielo, los antiguos seraks del morado y antes, esa madrugada, zigzags en la pendiente de capas que cubiertas por el sol amenazaban rodados. Un paso y clavar la pica de hielo, otro paso, otro clavar, caminando a distancia cautelosa en pendientes ciegas, ascendiendo con el cuerpo pegado a la ladera y el equilibrio de la mente perdiéndose en el miedo y en la concentración del segundo que exige nuestras vidas a cada instante, un paso en falso es una avalancha que nos sepultará. La visión de las cumbres es impagable, los instantes de miedo y temblor también son impagables, el saber que habrimos una ruta imposible infla el pecho en las alturas y el miedo y la inmensidad de esa visión regulan esta mente pujante que crece con el silbido del viento con la marcha cadenciosa y segura cargada de vida. Sin límites para esta experiencia de no agresión y de inmensidad indescriptible.

primavera nueva

He cambiado para ser el mismo
En la cama, en vertical, entre las paredes entre las nieves
La nueva cara es el rostro de los patriarcas
si te lo encuentras no dudes
destrúyelo
la duda es una cara del miedo
dudas con varias caras de locura pereza arrogancia razón
hoy mi hermano filoso payador
ayer la desaparición del tiempoy del espacio
y la eterna caída en los brazos de la zebra
con piel de tigre con sexo dulce como té de roibos
y el eterno caminar del mañana
en la lesión de lectura del hoy

Rencuentros, requiebros, retruécanos, recaídas, resolanas, rrrrr

De peque, y por infinitas pifias de fábrica o fallas, sumado al amor honesto y directo de los anteriores que me convocaron y entre los que elegí nacer, visité a un fonoaudiólogo, joven profesional, por mi imposibilidad de producir la R. Hoy sé que cuando no hacemos un sonido, cuando somos incapaces de prodcucirlo es debido a nuestra previa imposibilidad para escucharlo. Bueno, ya puestos, entonces yo era "llello", no decía la R, hablaba como los chinitos, caricaturisados: aloz, lobot, lamón, todo un problema. Incluso algunos adultos ignorantes se mofaban de mí. El fonoaudiólogo me puso a subir y bajar escaleras del edificio donde tenía su consulta, en las torres de tajamar, haciendo BRRR primero, luego rrrrrrrrrrrr, escuchando mis erres en el eco de las escaleras eternas y oscuras de esas viejas torres. El tiempo trajo nuevas conciencias de mis falencias como hablante, dislexias, disgrafias, afasias, sorderas, y encima terminé trabajando como profesor o payaso de lenguaje. Paradojas o escollos de autosuperación. Pues lo que soy no está mal, para nada. Al contrario, está como está y es así como es y como es es perfecto. Todavía no puedo escuchar las consonantes obliteradas del Hang´ual coreano ni las "phf" o "hjgh" del etrusco, aunque no me podría importar menos. El lenguaje, el espacio, siempre es brillante e incondicional.

murmullos besos distancias

Puede que el amor a distancia sea una de las fantasías más preciosas que atesoraremos siempre. Hoy escribirse con el deseo es fácil e inmediato, hoy mis palabras le acarician omnipresentes más allá de la temporalidad del mensajero y del medio de viaje, gritan y zuzurran murmullos de indecibles y fantasiosas jornadas entre sábanas y cocteles. Allá en las distancias nuestros dedos se acarician acariciando teclados y asienten en la disolución virtual de estas palabras enviadas a un medio inteligentemente intangible. Como en ese allá, estos amores de sombras y promesas, de fotos e informaciones que encuentran las presas y perseguidores brillan o titilan al mismo tiempo para muchos o para nadie. Como decía el señor de Aquitania, Tout es Rien. Y sin embargo, nos dejamos de fijar en los que hacen o crean o inventan esta fantasía, si dejamos de pensar en la distancia y en el tiempo, en la bilocación de los lugares, tenemos que dos voces y que dos cuerpos y que dos amantes que son sólo uno se hacen cada vez más uno, y se aman y se buscan y no dejan nunca de tocarse como ahora yo le estoy moldeando y recreo su cuerpo de luces con sólo pensar en ella y dejo que me llame y acercamos nuestros labios y nos besamos eternamente y cuando toco con mi mano esta tierra este lugar de teclas le recorro de cuerpo entero. Aquí la veo, silueta maravillosa, amada, eterna e increada. Sólo este amor incondicionado que surge a cada segundo.

desmesura

Desde donde el todo, lugar sin principio ni fin, sin lugar ni no lugar, increado e incondicional, desde ese lugar surgen, aparecen, se manifiestan, infinitas multitudes de fenómenos, de experiencias, de vidas. Ese lugar es también el observador prístino y siempre claro que sabe y que atestigua sin juzgar. Conectado a ese lugar sin mácula no por haberla limpiado sino por no haberla tenido nunca se realiza la experiencia de que escencialmente todo está bien, que ultimamente los errores y aciertos tienen el mismo sabor, que danzar o cocinar, lavarse el pelo o los dientes no son distintos, que el tú y el yo somos en este instante la desmesura de lo posible y de lo imposible, que podemos volar y sabernos completos sin temor, con seguridad en nuestra certeza vital de estar haciendo lo correcto, no acelerar, no quedarse, sino permitir que el universo nos acoja, abrirnos al universo, hacernos a un lado para que entre aire fresco, para repirar el aliento vital. Practicar esta desmesura de la confianza y del esfuerzo correcto en el presente sin las esperanzas que surgen de la ignorancia la agresión o la pasión, vibrar o titilar con confianza en ese instante doloroso y efímero es la epifanía que nunca acaba de lo incondicionado y fundamental, de la bondadosa dicha que se manifiesta en la vida.